lunes, 28 de agosto de 2017

Charlottesville y Thuringia

Victor Grossman 

23/08/2017


Las sirenas y los insultos gritados de Charlottesville han resonado demasiado fuerte incluso aquí, en la lejana Alemania. Se requiere poca imaginación; conocemos muy bien esas caras brutales, desfiguradas por el odio, los insultos racistas y las amenazas. A veces incluso oímos las horribles palabras en alemán: Sieg Heil!

Escenarios como ese, no sólo como ecos del pasado, se han convertido en una parte de la vida en la Alemania de hoy. Casi cada fin de semana, en algún pueblo o ciudad, hay marchas racistas y neonazis, con sus botas de campaña, sus banderas y estandartes temibles, tanto como los de Virginia. A veces, se trata sólo de un pequeño núcleo duro o de una reunión privada con canciones nacionalistas y reparto de panfletos sobre las cámaras de gas y la sangre judía. Pero otras concentran a grandes multitudes. Hace cuatro semanas, en Themar, una pequeña ciudad desconocida hasta ahora de Thuringia, 6.000 personas se reunieron para un “concierto de rock”. Uno de los patrocinadores, que dirige un restaurante cercano nazi, vendía camisetas con las siglas “HTLR”. El nombre completo es oficialmente tabú, pero, explica con una sonrisa torcida, sólo significan “Patria-tradición-Fidelidad-Respeto”. ¿Quién puede oponerse a eso? O al precio de 8,80 euros - cuando todo el mundo sabe que 8 es la letra H del alfabeto, y 88 es el código de Heil Hitler! O “1933” - el año en que los nazis tomaron el poder. Es todo legal, autorizado por los tribunales. Incluso tienen un gran estacionamiento reservado.

Incluso ciudadanos con aspecto muy decente pueden participar en las marchas, como en Dresde todos los lunes durante dos años. “¿Racistas? ¿Nosotros? ¡Sólo queremos defender 'la cultura alemana' contra las incursiones de los islamistas '!'”Con consignas, canciones, solamente de vez en cuando con antorchas y armas. Se hacen llamar PEGIDA - “Europeos patriotas contra la islamización de Occidente”. A continuación, un empresario joven y atractivo y un veterano y respetable profesor fundaron un partido: AfD - Alternativa para Alemania. Algunos medios lo tratan con gran ecuanimidad- poco menos que de manera favorable - y pronto tendrá varias docenas de escaños en el Bundestag nacional; porque ya está representado en muchas legislaturas locales y estatales. Al igual que los hombres con botas o los cantantes con camiseta, sus principales electores, su programa básico es “¡odio a los enemigos!” En Charlottesville los enemigos son a veces judíos, pero en su mayoría se trata de negros o musulmanes, pero siempre, si es posible, los más débiles, los más pobres - y de alguna manera diferentes: en el color, la ropa, o la fe. Y en Alemania lo mismo: a veces son judíos pero sobre todo turcos o los recientes refugiados árabes, africanos, afganos. Una cabeza cubierta por el hijab es suficiente: “¡Un musulmán, un enemigo islámico!”

Mientras que la turba de Charlottesville se reclama de tradiciones como las de Robert E. Lee o el general Nathan Forrest para defenderlas, algunos alemanes tienen modelos más recientes. Este sábado en Berlín se cumple el 30 aniversario de la muerte del adjunto de Hitler Rudolf Hess, que “defendió sus principios hasta el final”, como proclama una camiseta. La marcha nazi es para recordar el sitio (demolido), donde fue encarcelado. Se le rinde homenaje todos los años, pero esta vez, a lo grande, en Berlín. ¿Cuántos irán a la marcha? La policía, que los protegerá, ha estimado 1.000, y subraya sus reglas estrictas: sólo una bandera por cada 50 manifestantes, sólo un tambor por cada cien. Ningún listado leído en voz alta con los nombres de antifascistas. Y ningún elogio explícito a Hess. ¡Pero no hay dudas sobre cuales son sus intenciones, ahora o en el futuro!

¿Cuántos estarán allí para oponerse a ellos? Los antifascistas por lo general superan en número a los nazis! Pero en ese pequeño pueblo aislado en Thuringia soló se agruparon 1.000 para oponerse a los 6.000 neonazis. Como siempre, la policía trata de mantener a los dos grupos separados, pero de alguna manera a menudo parece proteger el derecho de paso de la disciplinada y ordenada manifestación nazi, arrestando sin dudarlo a los antifascistas rebeldes que tratan de bloquear su camino.

En comparación con Charlottesville, hay diferencias, pero también muchas similitudes. Ningún prominente funcionario alemán se atreve a alabar a los pro-nazis; Hitler, Hess y la esvástica son legalmente tabú, y no hay “bellas estatuas y monumentos” que ser rescatados.

Pero aquí también, no en Twitter, sino en medios muy respetables, hay hombres de Estado que no sólo denuncian a los pro-nazis, sino a los “extremistas de izquierda y derecha”. Los “antifas” también son mala gente. A veces rompen ventanas y queman coches.

De hecho, este tipo de cosas ocurren de vez en cuando, y representan un verdadero problema, sobre todo porque existe la sospecha, en ocasiones respaldadas por los hechos, de que detrás de las máscaras y pasamontañas son no sólo se esconden indignados antinazis sino algunos gamberros, algunos borrachos y tal vez, tirando las primeras piedras o antorchas, algunos provocadores que sirven en bandeja a los medios de comunicación lo que necesitan mientras se ignora o se calumnia a la gran mayoría que se manifiesta para oponerse al racismo y el fascismo - y que pueden incluso, pacíficamente, rasgar una bandera racista o derribar una estatua aquí y ahí.

Detrás de esas denuncias cuidadosamente redactadas “tanto contra la izquierda como la derecha”, algunos ancianos supervivientes alemanes oyen ecos temibles, que les recuerdan el pasado de Alemania, con miedo y miran al futuro con ansiedad, no sólo para Alemania. Ellos saben a donde conducen esas botas, esos saludos fascistas, y esa “neutralidad”.

En las elecciones en Alemania el 24 de septiembre nuestra Angela, de sonrisa sensible y buen carácter, siempre cariñosa con los refugiados y maternal con todos los buenos alemanes, parece muy probable que ayude a su partido a ganar de nuevo. Es de muchas maneras lo opuesto a Trump; incluso le contradice publicamente.

Pero, ¡oh, sus lugartenientes! Mientras que el ministro de Transporte Alexander Dobrindt se inclina ante sus amigos de una industria automotriz contaminante, el ministro de Finanzas Schäuble continúa exprimiendo hasta el último euro de los países más pobres del sur de Europa y quiebra toda resistencia. El ministro de Defensa Ursula von der Leyen pide mil millones más para la defensa, envía tropas a los desiertos de Mali, las montañas de Afganistán y, mucho mas peligroso, a las fronteras de Rusia, a un tiro de piedra de Kaliningrado y San Petersburgo. Ante cada nuevo escándalo de “respeto” de las tradiciones de la era nazi en su Bundeswehr, llama a una renovada purificación - que de alguna manera fracasa. Y el ministro del Interior, Thomas de Maizière, después de falsos y distorsionados informes sobre los “disturbios” en Hamburgo, denuncia a los manifestantes, habla sólo de la minoría violenta y propone “exigir que se presenten ante la policía, periódicamente, y si es necesario, que se les obligue a llevar en el tobillo monitores electrónicos”, mientras sigue ampliando la supervisión sobre todo el mundo: de la última llamada telefónica, del correo electrónico o de las visitas a un lugar público. Recientes filtraciones indican misteriosos lazos entre la policía o los FBI de este mundo con asesinatos xenófobos. Al final, ¿quién será catalogado como un “extremista de izquierda”? ¿Todos los que se manifiestan por la ecología, por la paz y la solidaridad?

No, Alemania no tiene un equivalente exacto a la camarilla de la Casa Blanca; sus líderes tienen una educación excelente y sus discursos son prudentes. Sin embargo, las crecientes amenazas en ambos países son demasiado similares. Los peligros, especialmente si estalla alguna gran crisis, son motivo de alarma.

En ambos países - y en otros lugares - hay una oposición valiente contra este tipo de amenazas. Muchas organizaciones resisten al racismo, la represión, el rearme masivo y las provocaciones - y al sufrimiento de los afectados por las privaciones en el país o en el extranjero. Hay muchos modelos heroicos en el pasado - en Alemania y los EEUU. Reforzar la unidad - siguiente su ejemplo - es quizás la única llave para cerrar la puerta a las fuerzas del odio y al derramamiento de sangre, de Charlottesville a Thuringia, desde Washington a Berlín.

POSDATA:
Los nazis que llegaron para recordar al líder nazi Hess, fueron muchos menos de lo esperado. Los antifascistas - LINKE (izquierda), los Verdes, SPD, las iglesias y los grupos antifascistas - no fueron capaces de reunir la esperada gran multitud en este lugar en las afueras de la ciudad, pero si consiguieron una clara mayoría, lo suficientemente grande como para desinflar la planes de los nazis, que desfilaron menos de 500 yardas y tuvieron que parar, suspender su concentración en el sitio de la prisión de Hess y retirarse a la estación. A excepción de unos pocos puñetazos no hubo violencia. El día terminó con una derrota genuina de los nazis.

es un escritor y publicista germano-norteamericano residente en Berlín desde 1952, cuando desertó del ejército norteamericano de ocupación en Viena y se exiló a la República Democrática Alemana. Su autobiografía está considerada como uno de los grandes testimonios políticos de la segunda mitad del siglo XX: Crossing the River. University of Massachusetts Press, Amherst, Boston, 2003. En 2006 publicó un importante libro sobre la Guerra Civil española: Madrid, du Wunderbare. Ein Amerikaner blättert in der Geschichte des Spanienkrieges. GNN-Verlag, Schkeuditz, 2006.
Fuente:
https://www.counterpunch.org/2017/08/21/charlottesville-and-thuringia/
Traducción:


G. Buster

Charlottesville: Por qué tiene importancia Jefferson

Annette Gordon-Reed 

27/08/2017


Vine en 1995 por primera vez a Charlottesville, en el estado de Virginia. Tras cuatro meses de trabajo febril, había terminado un manuscrito acerca de lo que yo creía una forma sesgada, y por tanto poco fiable, en que los historiadores habían abordado la cuestión de si Thomas Jefferson había tenido hijos con Sally Hemings, una esclava de su plantación, Monticello. ¿Mi objetivo? Ir a Monticello y hablar con Lucia (Cinder) Stanton, historiadora de la Fundación Thomas Jefferson, que entonces igual que ahora, había olvidado más acerca de Jefferson de la que nadie vivo llegará a saber alguna vez. Nos vimos y jugamos a lo que yo llegaría a llamar luego “doscientas preguntas”—o alguna variante de esa cifra— donde yo preguntaría y sugeriría y ella respondería. Algún tiempo después pasé por el campus de la Universidad de Virginia para discutir mi manuscrito con Peter S. Onuf, entonces profesor de la Fundación Thomas Jefferson en la Universidad. Yo no lo sabía entonces, pero Cinder y Peter eran amigos, y ahora somos amigos todos. He vuelto a Charlottesville muchas, muchas veces y en ningún lugar, aparte de en mi propia casa, he dormido mejor que en la de estos amigos míos de allí.

Menciono estas cosas para afirmar que la tragedia nacional que se desarrolló en Charlottesville la semana pasada me golpeó en todas las caras de lo que yo soy: como persona negra, como amiga, norteamericana y especialista académica que ha dedicado muchos años a estudiar a Jefferson, la esclavitud en Monticello, y, por extensión, Charlottesville. Entendí en un santiamén por qué los hombres que llevaban antorchas polinesias sentían la necesidad de llevar a cabo su defensa de la supremacía blanca marchando hasta la estatua de Jefferson que se encuentra frente a la Rotonda que diseñó él para la Universidad con la que soñaba y que fundó. Supe también al instante que había una razón por la que los “contramanifestantes”, en los que se ha hecho mucho menos hincapié, rodearon la estatua de Jefferson para impedir que los de las antorchas llegaran hasta ella, planteando una reivindación desafiante, frente a un número superior de gente, de las ideas sobre la igualdad humana y el progreso que entendían, de manera correcta, que esa noche se veían acosadas. Conjeturo que lo que importaba no era necesariamente del hombre mismo sino las ideas a él vinculadas, y que justificaban formar una barrera protectora en torno a su estatua. No me caba duda alguna de que la gente que trataba de mantener a los de las antorchas lejos de la estatua conocían los aspectos problemáticos de  Jefferson. Y a buen seguro que algunos de los portadores de antorchas podría inquietarles Sally Hemings, aunque la negación pueda proporcionarles amparo. Tal como han observado historiadores como Merrill Peterson, a finales del siglo XX, y Francis D. Cogliano, a principios del XXI, los norteamericanos llevan intentando vindicar a  Jefferson de un modo u otro desde la hora de su muerte en 1826 hasta este mismo momento.

Puesto que estuvo en el centro o próximo a tantos aspectos de la fundación de Norteamérica durante un tiempo tan prolongado — más prolongado que el de cualquier otro miembro de las generaciones de los fundadores — hemos tenido muchas ocasiones de ponderar la compleja naturaleza y legado de Jefferson. El Jefferson de la Declaración de Independencia, con esas palabras suyas que proclamaban verdades evidentes de por sí acerca de la igualdad de la humanidad y la búsqueda de la felicidad, han inspirado a personas de todo el mundo. Todo grupo marginado en los Estados Unidos que busca la inclusión dirige su mirada en primer lugar hacia Jefferson para reivindicar la igualdad de ciudadanía en los EE.UU. Los negros llevan dialogando con  Jefferson y la Declaración desde los inicios de la República. No por nada se denomina a la Declaración el credo de Norteamérica, aunque sabemos que tiene bastante más de aspiración que de realidad.

La aspiración, por supuesto, es un componente necesario del progreso. Y si en algo creía Jefferson, algo en lo que creía hasta el punto de la ingenuidad, es en el progreso. Su fe en la ciencia y en la capacidad de producir cosas nuevas y “mejoras” le convenció de que el mundo iría mejorando progresivamente. Jefferson no creía que Norteamérica fuera a pararse. El país seguiría siempre adelante y la educación traería ilustración. Esa era la finalidad de su universidad. Y es a este Jefferson al que le han erigido estatuas.

Pero está el Jefferson que tenía esclavos, y el de las Notas sobre el estado de Virginia, mucho menos conocidas, escritas en la década posterior a la Declaración, en las que ofrece su “sospecha”—aunque está claro que era más que eso— de que los blancos eran intelectualmente superiores a los negros. Todavía se mostraba suspicaz hacia el final de su vida, afirmando que la gente negra tenía “los mejores corazones”, mejores que los de cualquier otra gente del mundo, pero que no había llegado a conocer a ningún “genio” negro. Afirmaba también que blancos y negros no podían vivir juntos en armonía. Jefferson aceptaba la formulación de John Locke de la esclavitud como estado de guerra. Tras la revolución norteamericana, llegó a ver a los negros como potenciales soldados. La guerra le enseñó que, si se les daba la oportunidad —como había sido el caso de la guerra —los hombres negros podían enfrentarse a los blancos que les habían esclavizado y nunca les perdonarían lo que les habían hecho. De manera que debía acabarse con el error moral de la esclavitud, pero habría que expatriar a los negros para que formasen su propio país, pues de otro modo se generaría un interminable conflicto que llevaría a una guerra racial.

Por atrasada y alarmista que pueda sonar esto, muchos blancos de la época consideraban que esta visión representaba la postura “ilustrada”. Y por mucho que podamos felicitarnos por el progreso del país en el terreno racial, hemos tenido, de hecho, cierta versión de una guerra racial en buena medida unilateral (fría y caliente) que sigue desde el final de la Guerra Civil. Esas opiniones sobre la esclavitud se ofrecían asimismo en las Notas, y los pasajes que critican la institución eran los que temía Jefferson que le causaran mayores problemas con sus conciudadanos virginianos y del Sur, que ni se aproximaban a contemplar el abandono de la esclavitud.

Al día siguiente del enfrentamiento ante la estatua de Jefferson, los portadores de antorchas y sus partidarios acudieron a otra parte de Charlottesville para el acto que les había traído a la ciudad: una concentración a fin de protestar por la retirada de la estatua de Robert E. Lee, el general confederado que libró una guerra contra el país que Jefferson contribuyó a fundar. Como no es de sorprender, había puntos de vista encontrados respecto al Sabio de Monticello hasta en la Confederación. Si bien algunos aplaudían su filosofía sobre los derechos de los Estados [de la Unión], detestaban el leguaje de la Declaración, dándose cuenta de su poder inherente y desestabilizador.

Hoy en día, en una época de intensa concentración en lo personal y de fe mal puesta en la importancia de la sinceridad, cuestionamos que Jefferson creyera de verdad en sus palabras de “todos los hombres han sido creados iguales”, como si fueran sólo las ideas  tan importantes y poderosas como la voluntad de los individuos que las enuncian. Los confederados eran más listos que esto. Las ideas pueden tener un poder y vida propios. Y no iban a correr riesgos. Consideraban a Jefferson un hombre público que había introducido en el dicurso público ideas que podían utilizarse para oponerse a la sociedad que tenían la esperanza de construir. Los confederados le tomaron la palabra y creyeron importante mencionarle por su nombre y repudiar lo que consideraban opiniones suyas. El famoso “Discurso de la piedra angular” (“Cornerstone Speech”) de Alexander Stephens afirmaba que Jefferson estaba en un error e insistía en que los negros no eran iguales a los blancos, y por ello la esclavitud estaba pero que muy bien.

No puedo evitar pensar que la gente amenazada que se situó en torno a la estatua, y que mantiene sin duda múltiples puntos de vista distintos sobre el hombre Jefferson, simboliza la fragilidad de la idea de progreso y de las aspiraciones de mejora de la humanidad: los ideales que animaban a Jefferson en la Declaración, su insistencia en la separación de Iglesia y Estado, su creencia en la educación pública, la tolerancia religiosa y la ciencia. Hay que decir que también animaban lo que Jefferson sabía hacia el final de su vida que era el sueño imposible de resolver la cuestión de la esclavitud y deshacerse de la transgresión de la esclavitud, dándoles a los negros un país propio, lo quisieran o no.  Cuando escribió su testamento liberando a cinco esclavos, pidió que se les permitiera permanecer en Virginia “donde [estaban] sus familias y vínculos” (una ley de 1806 habría exigido, si no, que abandonaran el estado en el curso de un año). Esa es la razón, por supuesto, por la que todos los negros de Norteamérica deberían haber disfrutado del derecho a permanecer en el país. Hizo esto mientras otros propietarios de esclavos liberaraban a los suyos a condición de que se les enviara a Liberia. Lo cierto es sencillamente que por brillante que pueda haber sido, Jefferson no tenía respuesta alguna de veras a la cuestión de la esclavitud. Aunque a los historiadores no les guste el concepto de inevitabilidad, la esclavitud legalizada acabó destruida del modo más probable en que podía ser destruida.

Los ideales norteamericanos han chocado siempre con las duras realidades norteamericanas. Vimos ese choque en el campus de la Universidad de Virginia. Pero ¿cómo seguir adelante frente a realidades deprimentes, de modo que eso nos permita creer firmemente en la importancia de tener aspiraciones y reconocer que perseguir elevados ideales —aunque se realicen de modo imperfecto — ofrece la única oportunidad real de hacer nacer algo bueno en el mundo? De forma diversa, habérselas con esta pregunta es lo que significa ser especialista en Jefferson. Quizás llegar a captar plenamente el sentido de las paradojas que presenta la vida de Jefferson es lo que significa ser norteamericano. Aun cuando uno rechace esa formulación, no cabe duda de que sigue siendo uno de los modos mejores que tenemos de explorar y comprender las fortalezas y debilidades del experimiento norteamericano que tan vivamente quedaron de manifiesto la semana pasada en Charlottesville

(1958) es profesora de la cátedra Charles Warren de Historia Legal Norteamericana en la Facultad de Derecho de Harvard y profesora de Historia en la Facultad de Artes y Ciencias de esta misma universidad. Es autora, entre otros libros, de The Hemingses of Monticello: An American Family, [sobre los esclavos y descendientes negros de Jefferson] que ganó el Premio Pulitzer de Historia en 2009 y “Most Blessed of the Patriarchs”: Thomas Jefferson and the Empire of the Imagination, en colaboración con Peter S. Onuf.

Hebreos neonazis

Gideon Levy 

23/08/2017


¿Por qué los israelíes se callan ante los comentarios del presidente estadounidense Donald Trump sobre las ''muchas personas estupendas” que habrían participado en la manifestación de supremacistas blancos en Charlottesville?

Israel no tiene derecho moral a juzgar al presidente estadounidense Donald Trump en relación con sus declaraciones justificando a los neonazis de su país. En primer lugar, Israel realmente no se sorprendió por lo que dijo. Después de todo, está dispuesta a aceptar cualquier cosa de cualquier persona que apoye la ocupación israelí. Eso es axiomático ya. Ya se trate de un fascista húngaro o de un estadounidense neonazi, siempre y cuando apoyen la ocupación - aunque en secreto odien a los judíos - se les considera amigos de Israel y personas morales.

Los mejores “amigos de Israel” hoy en día son fascistas y evangélicos, xenófobos e islamófobos. Lo más importante es que apoyen la ocupación. Sólo quienes se oponen a la ocupación son antisemitas, y se hará todo lo posible para combatirlos. Perdonaremos a todos los demás.

Pero también hay otra razón para el silencio de los israelíes. Recuerda el dicho yiddish sobre sobre el reconocimiento involuntario de la propia culpa: “el ladrón piensa que todos son de su condición”. ¿Neo-nazis?. Tenemos bastantes “Made in Israel”, equivalentes hebreos de los neonazis, y encuentran menos oposición en Israel que los neonazis en Estados Unidos. Los progresistas organizaron una indignada contra-manifestación contra la marcha en Charlottesville. ¿Que tal en Israel?

La simetría sagrada que Trump intentó crear entre atacante y atacado, entre asaltante y asaltado, entre provocación y protesta, entre la justicia y el mal, todo ello fue inventado en Israel. Aquí tenemos al ocupante y al ocupado, una derecha violenta y, a veces, incluso asesina y una izquierda que nunca ha matado, pero con la que se le compara.

Cualquier asalto por colonos matones contra agricultores palestinos en su propia tierra se considera un “choque”. Cualquier protesta palestina contra la violencia del ocupante se considera una “perturbación de la paz.” Es una pelea simétrica entre pastores de dos pueblos. Después de todo, hay personas buenas y malas entre los colonos - como dijo Trump por lo que respecta a su “derecha alternativa”.

La derecha alternativa israelí no es neonazi. Pero mil flores neonazis florecen en sus márgenes y nadie piensa en arrancarlas. El fascismo ha sido aceptado en Israel hace mucho tiempo. Los neonazis no, pero la distinción entre los dos es vaga. Si la organización extremista Lehava no es neonazi, ¿qué es? Si los forófos de La Familia del club de futbol Beitar de Jerusalem no son neonazis, ¿qué son? Si el bombardeo de la casa de la familia Dawabsheh en la localidad cisjordana de Duma y el secuestro y asesinato de Mohammed Abu Khdeir no son actos neonazis, ¿qué son? Y qué pasa con la señal de la carretera en árabe cerca del asentamiento de Halamish: “Esta zona está bajo control de los judíos. La entrada de los árabes está prohibida y constituye un riesgo para sus vidas!”

El desfile judío de banderas el Día de Jerusalén es una provocación neonazi patrocinada por el Estado, como los disturbios de Purim en Hebrón . La comunidad judía de Hebrón es en esencia neonazi. Vayan a ver, juzguen por ustedes mismos. Y las piscinas y las comunidades judías a lo largo del camino cerradas a los árabes? ¿Qué le harán a cualquier árabe si rompe las reglas y se cuela en la piscina judía en Kochav Yair - una comunidad israelí de la gente virtuosa de centro-izquierda, donde una mayoría de los votantes apoya a los ilustrados partidos Yesh Atid y Unión Sionista? Y qué van a hacer en la comunidad Nofit de Galilea si los árabes construyen casas allí tras los planes de expansión? Después de todo, no es difícil imaginar que estas personas de la izquierda sionista objeten, incluso utilizando algunos medios desagradables, a que los árabes se instalen en sus comunidades.

El plan propuesto por el parlamentario Bezalel Smotrich (Habayit Hayehudi) es neonazi, a pesar de todas sus protestas. Entre las tres opciones que ofrece a los palestinos, no hay ni siquiera una que sea humana - y la tercera exige su expulsión y destrucción. ¿Que más necesitamos? Y la objeción de su mujer a dar a luz en la misma habitación que una mujer de raza inferior es también neonazi.

Las redes sociales están llenas de declaraciones neonazis terribles - desde desear la muerte de todos los niños palestinos, hasta desear lo mismo a todos los que cuentan las historias de esos niños. No se puede simplemente descartar todo ello como “un puñado de los desviados.” Eso, también, es el espíritu de la época.

No podemos ignorar los sentimientos en este país, donde hay una política organizada e institucionalizada de racismo contra los solicitantes de asilo africanos. Los sentimientos pre-fascistas están enraizando también aquí - con manifestaciones neonazis patrocinadas por el estado - más que en cualquier otro país occidental.

En Occidente, las peores acusaciones son dirigidas contra los extranjeros. En Israel, se dirigen sobre todo contra las personas originarias del país. ¿Quejárse de Trump? ¡Sería el colmo de la hipocresía!.
 
Editorialista político del diario Haaretz, es uno de los periodistas mas prestigiosos de Israel.
Fuente:
http://www.haaretz.com/opinion/.premium-1.807833
Traducción:
Enrique García

Detrás del caso Maldonado ,la pelea por la tierra

El Congreso no está trabajando en la prórroga de una ley que amortigua la violencia
Al margen de los fantasmas sobre la existencia de una milicia kurda en la Patagonia aparece la realidad concreta: desde 2006 está en vigencia una norma para relevar tierras y conflictos con los pueblos originarios. Vence este año. Si no se prorroga recrudecerán los desalojos.

jueves, 10 de agosto de 2017

Pueblos indígenas en América Latina

El reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas nacionales e internacionales es prioridad en el siglo XXI

En América Latina existen actualmente 522 pueblos indígenas que van desde la Patagonia y la Isla de Pascua y Patagonia, hasta Oasisamérica en el norte de México, pasando por distintas áreas geográficas como Chaco Ampliado, Amazonía, Orinoquia, Andes, Llanura Costera del Pacífico, Caribe Continental, Baja Centroamérica y Mesoamérica.

Indígenas panameños exigen solución a condición precaria

Las comunidades indígenas en Panamá carecen de vías, centros de salud, escuelas y viviendas dignas.

Las etnias indígenas de Panamá exigen al Gobierno darle prioridad a sus problemas sociales y no imponer situaciones que los vulneran. 

Las comunidades indígenas de Panamá le exigen al Gobierno mostrar interés a sus necesidades y así solucionar los problemas sociales que padecen las etnias.
El presidente del Consejo Nacional de la Juventud Ngäbe de Panamá, Ricardo Miranda, afirmó que el Gobierno panameño debe tener más presencia en las comunidades indígenas para averiguar las necesidades y buscar soluciones a los problemas sociales que existen, sin imponer situaciones para vulnerarlos.    
Miranda aseguró que aún continúa el abandono por parte del Gobierno en las cinco regiones habitadas por comunidades indígenas.
"#UNTFHS apoyó a la población de Ngäbe-Buglé en #Panama y #CostaRica, que se enfrentan a condiciones migratorias precarias #WorldIndigenousDay".
El miembro de la comunidad Ngäbe Buglé denunció que las situaciones precarias para los indígenas se incrementan con cada mandato de un nuevo político, debido a que no tienen interés en las comunidades.
Apuntó que los Gobierno no tienen disposición para dialogar sobre las inquietudes de las etnias, sino que su único interés es aprovecharse de los recursos naturales de las tierras indígenas. 
Asimismo, destacó que el Gobierno actual debe cumplir con el Plan de Desarrollo Integral para los Pueblos Indígenas panameños, en el cual les se reconoce el derecho al territorio propio, su cultura e idioma.
Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señaló que en Panamá los indígenas enfrentan enormes desafíos y que las mujeres de este grupo sufren de discriminación y no se les permite tomar decisiones. 
Ante esto, la ONU hizo un llamado a los Estados a convertir sus palabras en hechos y poner fin a la discriminación, la exclusión y la falta de protección que sufren las comunidades indígenas.

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Revista Etnográfica

Etnográfica es una revista cuatrimestral de antropología social y cultural publicada en Portugal. Edita artículos en portugués, inglés, español y francés que abordan contextos etnográficos diversos. La revista privilegia la investigacíon empirica de calidad, la diversidad de puntos de vista analíticos y la innovación teórica. Los artículos seleccionados por la comisión editorial se someten anónimamente a la evaluación de dos revisores.Etnográfica esta indexada en importantes bases de dados y colecciones como Anthropological Index Online, EBSCO, Revues.org, SciELO, Scopus, Web of Science – SciELO Citation Index.

último número en línea
vol. 18 (2) | 2014

Hemeroteca Digital Brasileña

Hemeroteca Digital Brasileña

Río de Janeiro. La Fundação Biblioteca Nacional pone a disposición de sus usuarios la Hemeroteca Digital Brasileña, un portal de periódicos nacionales (diarios, revistas y publicaciones seriadas) para ser consultado por internet. En ella, investigadores de cualquier parte del mundo pueden tener acceso libre y gratuito a títulos que incluyen desde los primeros diarios creados en el país –como el Correio Braziliense y la Gazeta do Rio de Janeiro, ambos fundados en 1808- a diarios desaparecidos en el siglo XX, como el Diário Carioca y el Correio da Manhã, o que ya no circulan en forma impresa, como el Jornal do Brasil.

Entre las publicaciones más antiguas y raras del siglo XIX se encuentran, por ejemplo, O Espelho, Reverbero Constitucional Fluminense, O Jornal das Senhoras, O Homem de Cor, Semana Illustrada, A Vida Fluminense, O Mosquito, A República, Gazeta de Notícias, Revista Illustrada, O Besouro, O Abolicionista, Correio de S. Paulo,Correio do Povo, O Paiz, Diário de Notícias así como también los primeros diarios de las provincias del Imperio.

En cuanto al siglo XX, se pueden consultar revistas tan importantes como Careta, O Malho, O Gato, así como diarios que marcaron la historia de la imprenta en Brasil, tales como A Noite, Correio Paulistano, A Manha, A Manhã y Última Hora.

Las revistas de instituciones científicas componen un segmento especial del acervo disponible. Algunas de ellas son: Annaes da Escola de Minas de Ouro Preto, O Progresso Médico, la Revista Médica Brasileira, los Annaes de Medicina Brasiliense, el Boletim da Sociedade de Geografia do Rio de Janeiro, la Revista do Instituto Polytechnico Brasileiro, la Rodriguesia: revista do Jardim Botânico do Rio de Janeiro, el Jornal do Agricultor, entre tantos otros.

La consulta, posible a partir de cualquier dispositivo conectado a internet, puede realizarse por título, período, edición, lugar de publicación y hasta por palabra/s. También se pueden imprimir las páginas deseadas.

Además del apoyo del Ministerio de Cultura, la Hemeroteca Digital Brasilera es reconocida por el Ministerio de Ciencia y Tecnología y cuenta con el apoyo financiero de la Financiadora de Estudos e Projetos (FINEP), que hizo posible la compra de los equipos necesarios y la contratación del personal para su creación y mantenimiento. Hasta el momento ya son más de 5.000.000 de páginas digitalizadas de periódicos raros o extinguidos a disposición de los investigadores, número que se irá acrecentando con la continuidad de la reproducción digital.
[Fuente: FBN]

Biblioteca Digital Trapalanda


TRAPALANDA

Trapalanda era el nombre de una tierra mítica y ensoñada. La buscaron para conquistarla y les fue esquiva. Se convirtió en imagen en el ensayo y nombre de alguna revista.
Para la Biblioteca Nacional es el nombre de una utopía: la puesta en acceso digital de todos sus fondos. Aquí se encontrará el lector con distintas colecciones, en las cuales los libros y documentos que la institución atesora se encuentran en forma digital.

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Manuscritos de Leopoldo Lugones

Poeta, cuentista y ensayista, figura fundamental de la cultura argentina. La colección de manuscritos adquirida por la Biblioteca constituye el archivo público más importante dedicado a su obra. Posee correspondencia, capítulos manuscritos de El payador y de El dogma de obediencia, entre otros.

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Bibliotecas de Montevideo en línea

La Intendencia de Montevideo lanzó el catálogo en línea de sus bibliotecas

Montevideo. La Intendencia de esta ciudad tiene una red de 19 bibliotecas públicas, quince de ellas en funcionamiento y las otras cuatro en procesos de reapertura y reacondicionamiento. Los servicios que ofrecen son gratuitos y la colección total comprende alrededor de 65.000 ejemplares de 8.000 títulos.

Por esto, la Intendencia creó este catálogo en línea que habilita búsquedas personalizadas por tema, título de publicación, autor o biblioteca. Según dijo un vocero: “El sistema detalla la información del material bibliográfico, la cantidad de copias existentes y la disponibilidad según cada biblioteca”.

El material disponible en las bibliotecas puede leerse en las salas o llevarse al hogar en préstamo. Además de libros, las bibliotecas cuentan con un importante acervo de “revistas, juegos y soportes audiovisuales, como vídeos, DVD y CD-ROM”, señalan desde la Intendencia.

Las bibliotecas, a su vez, ofrecen un espacio particularmente pensado para los niños, con sitios específicos dedicados a promover la lectura entre los más pequeños, además de actividades recreativas y lúdicas. Funcionan asimismo como centro de actividades educativas y de formación, recreativas y sociales de la comunidad donde se encuentran.
[Fuente: La red 21]

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