miércoles, 16 de mayo de 2012


AnálisisPDFImprimirE-mail
Martes, 15 de Mayo de 2012 22:55
Sobre la psicología de los niños de la calle

(AW) En la siguiente nota, Marcelo Colussi realiza una mirada sobre la problmeática que afecta a millones de niños del mundo y que puede ser interpretada desde muchas disciplinas y puntos de vistas. En este caso, nos propone un análisis desde la pscicología.

Marcelo Colussi
mmcolussi@gmail.com
Si bien el término "niños de la calle" es muy impreciso, hay consenso tanto en círculos académicos como políticos en considerarlo como una realidad derivada de la pobreza estructural y de la aglomeración en grandes centros urbanos. El fenómeno cobra especial relevancia en los países del Sur, históricamente pobres en el reparto del mundo que se viene dando desde la modernidad. Cantidades enormes de niños en distintas ciudades del mundo, fundamentalmente en las regiones más pobres, viven hoy en las calles sin la atención ni supervisión de adultos. Su número exacto no está precisado, pero se considera que, como mínimo, puede haber no menos de cien millones.
En el trabajo con niños de la calle se pone un especial énfasis en la dimensión educativa. Quienes se dedican a ello habitualmente son llamados "educadores". La idea que alienta las intervenciones tiene que ver con lo pedagógico: los niños deben ser reeducados, o educados, dado que, por sus circunstancias de vida, lo han sido poco o nada. Pero quizá aquí pueda abrirse una pregunta: aquello de que carecen ¿es sólo educativo? ¿Su cambio existencial pasa por enseñarles un nuevo estilo de vida?
La experiencia nos demuestra que los menores que viven en las calles saben acerca de su condición, sobre los problemas que les trae aparejado su modo de vida y los beneficios que les traería otra alternativa. Pero curiosamente es más probable que no abandonen la calle. Pareciera que el saber no garantiza nuevas actitudes.
Es ante este acto siempre incomprensible para el sentido común que surge el interrogante sobre sus motivaciones. Si saben acerca de los daños que ocasiona la droga, ¿por qué siguen usándola? Si en los albergues de las instituciones que cuidan de ellos se les brinda todo lo que no tienen: comida, abrigo, amor, respeto, ¿por qué se marchan tan frecuentemente de ellos? Si están más que informados que la vida en la calle lleva casi invariablemente, previo paso por cárceles y hospitales, a la muerte, ¿por qué no cambian sus hábitos?
Todas estas preguntas -quizá por lo intrincado de sus respuestas- nos hacen pensar en que, tal vez, no sólo se trate de reeducar. Probablemente también sea necesario intentar profundizar más en las determinantes de estas conductas. Dicho en otros términos: habrá que averiguar por qué los niños de la calle son como son. ¿Y cómo son?
La marginalidad, fundamento de la callejización
A todas luces los niños callejizados son distintos de los niños llamados "normales". Lo normal, en nuestro medio social, es crecer en el seno de una familia. Cuando esto se cumple -y es lo que pasa regularmente- se es hijo de papá y mamá. Pero ser de la calle es ser de nadie.
Para estudiar la psicología de los menores callejizados deberíamos partir por conocer aquella del niño considerado normal, para luego establecer comparaciones. Sabemos que no hay, en términos rigurosos de salud mental, un sujeto normal asintomático; pero hay, sí, una media socialmente aceptada, cultural, que funciona como paradigma. Es normal que el sujeto humano se constituya como tal a partir de otros humanos. Esto es: un recién nacido puede devenir un adulto adaptado a su entorno, socialmente útil, con una identidad sexual definida y con capacidad para gozar de la vida después de transitar por los difíciles vericuetos de la humanización, de la socialización. Llegar a ser ese sujeto normal adulto no es un hecho asegurado biológicamente. El ser humano, en su sentido más pleno, se hace en el contacto con los otros: desde bebé, con su familia, con las cargas simbólicas que va recibiendo en su crecimiento, con la incorporación de su cultura. Hacerse ser humano es ingresar al mundo de la Ley, al mundo de las prohibiciones, de lo que va más allá del instinto. La Ley -la norma, el consenso social- es lo que dice qué se puede y qué no se puede. Asumir ese bagaje simbólico, entrar a él y hacerse cargo del mismo, se da necesariamente a través de otros pares; y en nuestro mundo generalmente cumple esa función el núcleo familiar. Cuando ello se cumple a medias, o cuando directamente falla, sobrevienen problemas en el proceso de la socialización, problemas de integración que llamamos trastornos psicológicos (alguna disfunción no orgánica que impide una buena adecuación al ambiente y produce displacer y que puede ir, abarcando un amplísimo arco, desde por ejemplo síntomas de enuresis hasta una psicosis).
En el curso de la vida de un ser humano, ya desde el nacimiento se van estableciendo estructuras y modalidades propias en el plano psicológico que habrán de marcarlo indeleblemente. Todo se juega en torno a esto: cómo un sujeto ingresa al mundo de la Ley. Y no hay tantas posibilidades al respecto: a) vive al margen de ella: psicosis; b) la reconoce pero no la acepta, vive en el borde: psicopatía; y c) la asume y se hace cargo de ella: la normalidad, que no es sino el campo de las neurosis. Neurosis, psicosis y psicopatías; son las tres estructuras de base posibles entre los seres humanos. Todos estamos cortados por la misma tijera; también los niños de la calle.
En la infancia, y a través de las figuras parentales, es donde el ser en formación se moldea. En ese difícil trabajo de "modelado" pueden ocurrir disrupciones; lo común es que, no sin dificultades y con menor o mayor grado de ansiedades, los niños crecen y terminan siendo adaptados a su medio reproduciendo las normas sociales que se le impusieron. Los síntomas neuróticos infantiles (trastornos de aprendizaje, enuresis, angustia, dificultades de integración) hablan de traspiés en ese proceso; con tratamiento psicológico (que necesariamente incluye trabajo con los padres) se resuelven positivamente. Incluso las psicosis infantiles debidamente tratadas (incluyendo siempre el entorno familiar) pueden tener buen pronóstico. ¿Y los niños de la calle? ¿Deben ser abordados desde la psicopatología? ¿Por qué siempre se incluyen psicólogos en los equipos de trabajo que los atienden?
"Niño de la calle" no es una entidad gnosográfica en sí misma, no es una entidad entre las enfermedades mentales. No se puede curar a nadie de esta "patología". Pero todo el fenómeno, si bien de orden social en su raíz -síntoma de la descomposición de las sociedades más pobres en su no planificado paso de agrarias a urbanas, índice de la marginación de vastos sectores "sobrantes" para la lógica del capital- comporta una lectura, y una intervención por tanto, desde la psicología clínica. Un niño de la calle puede ser neurótico, psicótico o psicópata (la experiencia indica que, al igual que en el resto de la población, la prevalencia fundamental es neurosis); pero si algo diferencia su psicología de la de un niño criado en el seno de una familia (que también puede ser neurótico, psicótico o psicópata) es justamente eso: la ausencia de familia. El lugar de donde tiene que venir la Ley falla, por tanto falla el ingreso al mundo de la Ley.
Psicológicamente un niño de la calle es ante todo un niño marginal, un niño que "sobra". El trabajo de acompañamiento de todos los días con ellos enseña que la experiencia más común es que provienen de hogares repletos de niños, donde su existencia concreta no es sentida por sus progenitores como un triunfo ni un milagro sino más bien como una carga. No son niños deseados, racionalmente planificados. Sus padres viven agobiados por la pobreza, por la descarnada lucha por sobrevivir; en muchos casos son bebedores severos o alcohólicos. Por tanto, no queda mayor tiempo para el cuidado y el amor. En muchos casos estos niños fueron regalados, abandonados, pasaron de mano en mano o terminaron siendo criados en orfelinatos. En muchas ocasiones ni siquiera fueron inscriptos legalmente; es decir: no existen en términos de ciudadanía. Infinidad de veces se dan casos de abuso sexual; y casi como constante encontramos violencia física, del más variado estilo y calibre. Todas estas experiencias -dramáticas, durísimas-, más que hacer sentir que son lo primordial en el hogar, los marca como estando de más. ¿Y qué le puede esperar a alguien que se le dice que "sobra"?
El trauma en lo real aquí tiene un peso decisivo. No se trata, como en la novela familiar del neurótico, de recuerdos encubridores, de fantasías de abuso. Aquí la violencia está presente a golpes concretos, inscrita a sangre y fuego. Estos niños son marginales desde su inicio, pues están al margen de lo que debería ser su primera y más importante fuente de vida: sus padres. Sobran en la dinámica intrapsíquica de quienes los concibieron, por tanto sobrarán en lo real.
Marginados y marginales psicológicamente, luego lo serán también en la estructura social. Si su familia de origen no los pudo contener, les hizo saber que sobraban, la sociedad más tarde los reafirma en ese lugar: con reformatorios, con desprecio, incluso con limosnas (¿alguno de nosotros le daría limosna a su propio hijo?).
Las conductas adictivas
Prácticamente todos los niños de la calle terminan siendo drogodependientes. Como tales, presentan las mismas características psicológicas que cualquier adicto: labilidad afectiva, actitudes manipuladoras, un talante general psicopático, baja tolerancia a la frustración, compulsión al consumo. El estupefaciente viene a ocupar un lugar central en sus vidas. Pero si bien la adicción a psicotrópicos presenta esa preeminencia en sus historias, difieren en algo del narcómano que tiene una familia, que no es un paria. Este tiene algo que perder; un niño de la calle ya lo perdió todo de entrada, por eso es lo que es. Sin quitarle la importancia enorme que tiene el hecho de ser adicto a una droga (en este caso más a las sustancias solubles volátiles que a otros productos más caros: cola de zapatero, thinner, incluso gasolina, característicos de otros estratos sociales), podríamos concluir que los niños de la calle son "adictos", antes que nada, a su condición de marginales. La drogadicción viene por añadidura.
La callejización, psicológicamente considerada, es un proceso complejo que indica la compulsión a seguir viviendo en condiciones de exclusión social en las calles. Fenómeno intrincado, que si bien es producto de una profunda injusticia económico-social de base, necesita también de razones subjetivas. No todo niño pobre termina en la calle. Para un menor callejizado, la calle es todo; la calle intenta suplir aquello que faltó originalmente. Vivir en las calles -más allá de lo que el sentido común puede apreciar como un infierno, y que de hecho lo es ciertamente en un sentido- tiene una arista fascinante. El callejizado, aquel que no fue contenido en una estructura familiar, aquel que deambuló los primeros años de su vida entre la apatía o la violencia de quienes lo trajeron al mundo, queda atado a ese mundo cerrado de los que viven en su misma condición, encontrando ahí un reconocimiento que le fue vedado en otra parte. La vida en la calle atrapa; opera -simbólicamente- como cualquier droga. Alguien puede hacerse "adicto" a ese estilo de vida, que en cierta forma es "fascinante", "fabuloso"; allí no hay normas que respetar, todo es posible: no se cumplen horarios, no se soportan padres autoritarios, hay sexo cuando uno quiere, hay dinero fácil; y hay además el placer del narcótico. Si no fuera por ese mecanismo adictivo que se establece, no podría entenderse por qué tantos niños "prefieren" volver a la calle abandonando los centros de rehabilitación que se les ofrecen como propuesta alternativa. La lógica indica que la vida callejera es terriblemente difícil, displacentera: hambre, frío, violencia, desprecio. Pero la psicología humana no sabe mucho de lógica. ¿Por qué tan pocos niños y jóvenes logran abandonar realmente esa vida? (se considera, con objetividad, que apenas un 5% de niños callejizados logra realmente dejar esa condición).
Como toda conducta adictiva también la "adicción a la calle" (a la vida sin normas más precisamente dicho, a la transgresión) produce una profunda dependencia, haciendo que el círculo vicioso se cierre cada vez más. A esto se le suma la dificultad práctica concreta que encuentra aquel que intenta romper ese circuito: exclusión por parte de la gente, prejuicios que lo condenan a la marginación perpetua, una dramática carencia de "gimnasia" social: falta de documentación, falta de preparación laboral, desconocimiento de las reglas de convivencia.
Hacia una "clínica" de los niños de la calle
Digámoslo una vez más: nadie se cura de ser niño de la calle; esto no es una enfermedad mental. Es, en todo caso, una disfunción psicosocial donde la psicología puede aportar algo. Pero seamos claros en esto: con la actual tendencia económica global no hay solución para el problema. Los niños de la calle son un síntoma de una sociedad injusta que no resuelve sus diferencias estructurales, que hace que "sobre" gente en el mundo.
Un niño o un joven de la calle necesita, entre otros, un abordaje desde una perspectiva psicológica. Es cierto que ninguno de ellos consulta espontáneamente un servicio de salud mental. Pero entonces ¿qué autoriza nuestra intervención como psicólogos en programas de asistencia que intentan ayudarlos? Sencillamente una ética. De lo que se trata en nuestro trabajo es facilitarles la posibilidad de confrontarse consigo mismo, ayudarles a desarrollar la pregunta sobre quiénes son, por qué son así, quieren seguir siendo así.
Nosotros, en tanto psicoterapeutas, no seremos quizá quienes los movamos de su situación de menores marginados. Ni tampoco quien le provea alimento, ropa o medicamentos. O tal vez la sumatoria de todo esto lo logre. Lo cierto es que vale la pena intentar modificar su situación -que es además una forma de preguntar por qué se llega a esto, lo que lleva a intentar evitar que siga ocurriendo-. Lo que la experiencia indica es que una actitud represiva no logra ningún cambio (ningún reformatorio reformó a un menor transgresor sino que, por el contrario, lo reafirmó en su lugar de marginalización). Tampoco una posición caritativa; esto, por el contrario, los reafirma más aún en su posición de marginales, de "pobres víctimas". Ni el supuesto "amor" bondadoso de propuestas eclesiales: no olvidar que en muchos casos, las mismas personas que los atienden tan "bondadosamente" terminan siendo sus violadores, fenómeno nada infrecuente en este mundillo de la atención de niños de la calle).
Trabajar psicológicamente con niños de la calle es facilitarles la ocasión para que rehagan su vida en términos simbólicos: no pasar a ser los padres que no tuvieron sino recuperar -a través de las palabras- ese espacio legal al que no pudieron acceder. Es común decir que estos niños necesitan mucho amor. Innegablemente, pero creo que esto solo no alcanza. Por otro lado vemos que aunque ofrezcamos desinteresadamente una y otra mejilla en una actitud de amor incondicional, eso no transforma su situación profunda; finalmente terminan decepcionándonos y no dejan la calle. ¿Pero qué se espera acaso de esa abnegación? A un hijo no le damos todo a cambio de nada; ¿por qué lo haríamos con un niño de la calle? A la prole se le da, sabiéndolo o no, un modelo de vida: cuidados diversos, amor, y límites. Son los límites los que impiden que alguien se haga psicótico o psicópata.
Al abordar clínicamente estos niños deberíamos plantearnos no reemplazar lo que faltó (el padre alcohólico que abandonó el hogar, la madre agobiada con una docena de hijos que no sabía cómo criar) sino ayudar a procesar esa falta. La carencia material -la comida siempre escasa, el juguete ausente en cada cumpleaños, la palabra de estímulo- puede llegar a suplirse; y eso es lo que hacen habitualmente las organizaciones que asisten a los niños en riesgo: llenan esos vacíos. Distinto es el caso de la falta de Ley. El trabajo psicológico con niños de la calle debe apuntar a problematizar esa instancia. Sólo si alguien se hace cargo de su historia personal puede ser uno más de la serie, adaptado e integrado.
Pero junto a lo anterior no puede dejarse de considerar en todo momento que el fenómeno en su conjunto, los cien millones de niños que pululan por las calles, son producto de estructuras sociales injustas y que, en tanto las mismas continúen, no dejará de haber niños en esas condiciones.

domingo, 6 de mayo de 2012

Thomas S. Kuhn: a 50 años de "La estructura de las revoluciones científicas"

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Julio Muñoz Rubio, La Jornada
Rasgo importante de nuestra cultura es la utilización del sistema decimal. De ella se deriva la costumbre, casi obsesiva, de dar realce a los acontecimientos ocurridos en fechas que recuerden ese sistema decimal: décadas, siglos o milenios, como si el hecho de que se cumplan 100 años de algún acontecimiento lo hiciera superior por sí mismo a que si cumpliera 13, 87 o 122.
Esta costumbre es tan autoritaria que no nos queda más remedio que acudir a ella como excusa para escribir un artículo. Si recordamos lo ocurrido hace 50 años podremos preguntarnos: ¿Qué vale la pena recordar? Hace 50 años los Beatles grabaron su primer single, José Revueltas publicó su Ensayo sobre un proletariado sin cabeza, Brasil ganó su segundo campeonato mundial de futbol, Fidel Castro emitió la Segunda declaración de La Habana y además, salió publicado en Estados Unidos un libro que estaría destinado a revolucionar nuestras visiones de la dinámica y la naturaleza misma de la ciencia: se trata de La estructura de las revoluciones científicas, de Thomas S. Kuhn (1922-1996), profesor de las universidades de Harvard y Berkeley. En opinión de muchos, esta es la obra más importante de la filosofía de la ciencia en el siglo XX.
En realidad, esta obra tiene el mérito de integrar con excepcional coherencia la filosofía, la historia y la sociología de la ciencia. Explicado de manera extraordinariamente sucinta, Kuhn postuló que la historia de la ciencia se puede entender como la historia de lo que llamó paradigmas. Alrededor de todo paradigma se organiza la actividad de una comunidad científica, la cual, durante largos lapsos, trabaja sobre lo que Kuhn llamó ciencia normal. Esta ciencia no apunta a descubrir grandes verdades ni construir nuevas teorías, sino a apuntalar las ya existentes y los paradigmas en los que se inscribe, mediante experimentos en zonas muy localizadas y produciendo conocimiento altamente especializado. Es el descubrimiento de anomalías del paradigma, dentro de esta ciencia normal, lo que impulsa a la construcción de hipótesis ad hoc. Aunque un paradigma pueda sufrir ataques y daños a raíz del descubrimiento de las anomalías, no se verá seriamente amenazado si el número de éstas no es muy grande, si las hipótesis ad hoc resuelven satisfactoriamente los problemas generados por las anomalías o si éstas no cuestionan los elementos centrales del paradigma. Sin embargo, una eventual proliferación de anomalías producirá unos daños de mayor consideración en el citado paradigma, de manera que los esfuerzos para defenderlo que pueda hacer la comunidad científica organizada alrededor de aquel serán cada vez mayores, pueden llegar a agotarse y, en ese caso, se producirá una situación de crisis, en la que el paradigma citado no se pueda sostener más, pero no exista otro que lo sustituya. Es la aparición de un nuevo paradigma lo que resuelve esta crisis, reorganizando a las comunidades científicas y el conjunto de la producción científica en el campo del nuevo paradigma.
La obra de Kuhn recibió críticas, en parte porque se consideró que nunca alcanzó a caracterizar claramente el término paradigma. Sin embargo, puso el dedo en la llaga al señalar que: 1. La ciencia no es construida por científicos en lo individual, gracias a sus talentos personales, sino que es una empresa social impulsada por grupos de científicos, articulados como comunidades, que defienden un determinado paradigma.
Más sobre
2. La ciencia no progresa en función de una simple acumulación lineal de conocimientos, como lo pretendían tanto el positivismo como el falsacionismo de Popper, sino por medio de cortes, revoluciones de cada una de las cuales surge un nuevo campo de conocimiento, frecuentemente inconmensurable con el anterior.
3. En la ciencia existen numerosos elementos de irracionalidad, sicológicos y sociológicos (fama, prestigio, recursos económicos, etcétera), que se contraponen a los procedimientos racionales utilizados en los laboratorios, congresos, textos, etcétera, pero que contribuyen tanto o más que los racionales a construir y dinamizar la ciencia.
4. En función de la presencia de estos elementos de irracionalidad, se debe descartar la idea de que la ciencia siempre e invariablemente está libre de insumos ideológicos. Toda obra del alcance de la de Kuhn generará polémicas. Quizás una de sus fallas más grandes está en que a pesar de poner un fuerte énfasis en el componente sociológico de la ciencia, no llegó a reparar en la fuerte inserción que ésta tiene en la estructura de clases de la sociedad. A pesar de ello, la obra de Kuhn, a 50 años de su publicación, sigue siendo un referente obligado en cualquier estudio de teoría de la ciencia.

martes, 1 de mayo de 2012


Reseñas antropología social y cultural
Augé

Nombre
Calidad
Comentarios
Nadia barloco
Aprobado
Falta explicar orden simbólico
María paula carreras
No entregó
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Natalia herrera
Aprobado
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Silvina lencinas
Aprobado
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Andrea palmucci
Aprobado
Falta amenaza del acontecimiento  y en escritura, pertinencia técnica e histórica
Isabel pereiras
Aprobado
Falta descripción de culturas inmanente / tensión sentido social y libertad individual
En escritura falta pertinencia técnica e histórica
María luján sanatore
Aprobado
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Ayelén tosini
No entregó
----
Ignacio vecino
Aprobado
Falta estado de cuestión y situación, esquemas interpretativos, orden simbólico, tensión entre sentido social y libertad individual y en escritura pertinencia técnica e histórica
Mariano Urquiza
No entregó
----
Nora zerpa
Aprobado
En cultura falta tensión entre sentido social y libertad individual
Sandra lizarraga
No entregó
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Conicet Digital

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Revista Etnográfica

Etnográfica es una revista cuatrimestral de antropología social y cultural publicada en Portugal. Edita artículos en portugués, inglés, español y francés que abordan contextos etnográficos diversos. La revista privilegia la investigacíon empirica de calidad, la diversidad de puntos de vista analíticos y la innovación teórica. Los artículos seleccionados por la comisión editorial se someten anónimamente a la evaluación de dos revisores.Etnográfica esta indexada en importantes bases de dados y colecciones como Anthropological Index Online, EBSCO, Revues.org, SciELO, Scopus, Web of Science – SciELO Citation Index.

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Hemeroteca Digital Brasileña

Hemeroteca Digital Brasileña

Río de Janeiro. La Fundação Biblioteca Nacional pone a disposición de sus usuarios la Hemeroteca Digital Brasileña, un portal de periódicos nacionales (diarios, revistas y publicaciones seriadas) para ser consultado por internet. En ella, investigadores de cualquier parte del mundo pueden tener acceso libre y gratuito a títulos que incluyen desde los primeros diarios creados en el país –como el Correio Braziliense y la Gazeta do Rio de Janeiro, ambos fundados en 1808- a diarios desaparecidos en el siglo XX, como el Diário Carioca y el Correio da Manhã, o que ya no circulan en forma impresa, como el Jornal do Brasil.

Entre las publicaciones más antiguas y raras del siglo XIX se encuentran, por ejemplo, O Espelho, Reverbero Constitucional Fluminense, O Jornal das Senhoras, O Homem de Cor, Semana Illustrada, A Vida Fluminense, O Mosquito, A República, Gazeta de Notícias, Revista Illustrada, O Besouro, O Abolicionista, Correio de S. Paulo,Correio do Povo, O Paiz, Diário de Notícias así como también los primeros diarios de las provincias del Imperio.

En cuanto al siglo XX, se pueden consultar revistas tan importantes como Careta, O Malho, O Gato, así como diarios que marcaron la historia de la imprenta en Brasil, tales como A Noite, Correio Paulistano, A Manha, A Manhã y Última Hora.

Las revistas de instituciones científicas componen un segmento especial del acervo disponible. Algunas de ellas son: Annaes da Escola de Minas de Ouro Preto, O Progresso Médico, la Revista Médica Brasileira, los Annaes de Medicina Brasiliense, el Boletim da Sociedade de Geografia do Rio de Janeiro, la Revista do Instituto Polytechnico Brasileiro, la Rodriguesia: revista do Jardim Botânico do Rio de Janeiro, el Jornal do Agricultor, entre tantos otros.

La consulta, posible a partir de cualquier dispositivo conectado a internet, puede realizarse por título, período, edición, lugar de publicación y hasta por palabra/s. También se pueden imprimir las páginas deseadas.

Además del apoyo del Ministerio de Cultura, la Hemeroteca Digital Brasilera es reconocida por el Ministerio de Ciencia y Tecnología y cuenta con el apoyo financiero de la Financiadora de Estudos e Projetos (FINEP), que hizo posible la compra de los equipos necesarios y la contratación del personal para su creación y mantenimiento. Hasta el momento ya son más de 5.000.000 de páginas digitalizadas de periódicos raros o extinguidos a disposición de los investigadores, número que se irá acrecentando con la continuidad de la reproducción digital.
[Fuente: FBN]

Biblioteca Digital Trapalanda


TRAPALANDA

Trapalanda era el nombre de una tierra mítica y ensoñada. La buscaron para conquistarla y les fue esquiva. Se convirtió en imagen en el ensayo y nombre de alguna revista.
Para la Biblioteca Nacional es el nombre de una utopía: la puesta en acceso digital de todos sus fondos. Aquí se encontrará el lector con distintas colecciones, en las cuales los libros y documentos que la institución atesora se encuentran en forma digital.

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Manuscritos de Leopoldo Lugones

Poeta, cuentista y ensayista, figura fundamental de la cultura argentina. La colección de manuscritos adquirida por la Biblioteca constituye el archivo público más importante dedicado a su obra. Posee correspondencia, capítulos manuscritos de El payador y de El dogma de obediencia, entre otros.

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Bibliotecas de Montevideo en línea

La Intendencia de Montevideo lanzó el catálogo en línea de sus bibliotecas

Montevideo. La Intendencia de esta ciudad tiene una red de 19 bibliotecas públicas, quince de ellas en funcionamiento y las otras cuatro en procesos de reapertura y reacondicionamiento. Los servicios que ofrecen son gratuitos y la colección total comprende alrededor de 65.000 ejemplares de 8.000 títulos.

Por esto, la Intendencia creó este catálogo en línea que habilita búsquedas personalizadas por tema, título de publicación, autor o biblioteca. Según dijo un vocero: “El sistema detalla la información del material bibliográfico, la cantidad de copias existentes y la disponibilidad según cada biblioteca”.

El material disponible en las bibliotecas puede leerse en las salas o llevarse al hogar en préstamo. Además de libros, las bibliotecas cuentan con un importante acervo de “revistas, juegos y soportes audiovisuales, como vídeos, DVD y CD-ROM”, señalan desde la Intendencia.

Las bibliotecas, a su vez, ofrecen un espacio particularmente pensado para los niños, con sitios específicos dedicados a promover la lectura entre los más pequeños, además de actividades recreativas y lúdicas. Funcionan asimismo como centro de actividades educativas y de formación, recreativas y sociales de la comunidad donde se encuentran.
[Fuente: La red 21]

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