lunes, 2 de julio de 2012


Justicieros fashion: fama y hegemonía en los clamores mediáticos de “orden”. Aproximaciones para la interpretación del discurso de Susana Giménez
Yair Buonfiglio

Publicado el: 29/06/2012
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Una nueva introducción
Este breve trabajo de análisis es el resultado de un proceso académico de lectura y reflexión en torno a diversas problematizaciones teóricas de la cultura de masas y su relación con los discursos sociales hegemónicos que, al calor del convulsionado siglo XX, se realizan desde diferentes corrientes críticas que convocan a disciplinas diversas como la sociología, la historiografía, la semiótica, la filosofía o la antropología. Por las particulares características que exigen tanto el tipo textual que debe seguirse, como la instancia institucional en la que se enmarcan estas reflexiones, nuestro desarrollo gira alrededor de la explicitación de conceptos teóricos y su aplicación al análisis de un fenómeno discursivo específico.

En este sentido, y en correspondencia con un posicionamiento epistemológico que reviste un profundo anclaje ético, el objeto interpelado en este caso es el discurso de Susana Giménez a propósito del asesinato de su asistente, manifestación harto reproducida en los diferentes medios de comunicación. Nuestra propuesta es, entonces, vincular los conceptos de discurso social, cultura de masas y hegemonía con una producción enunciativa concreta, contemporánea y que presenta un relevante nivel de pregnancia, de manera tal que las conceptualizaciones teóricas puedan ser apropiadas y, en consecuencia, servir de herramientas para la configuración de una mirada crítica sobre nuestras sociedades.

Algunas consideraciones teóricas
En primera instancia decimos, entonces, que el discurso mediático se encuentra directamente vinculado con varias de las nociones propuestas (discurso social, industria cultural, reproducción técnica, identificación/proyección en la operación de lectura), en tanto que no sólo inscribe los enunciados que allí circulan dentro de lo que Angenot (1998) denominó discurso social, sino que además permite dar cuenta de los efectos sociales que trae aparejada la producción industrial de cultura (Adorno y Horkheimer, 1969) en relación con la producción y re-producción masiva de elementos significantes.

En el marco de este eje, nos proponemos abordar algunos discursos que a principios de este año –y puestos recientemente en el centro del escenario mediático otra vez –circularon, sobre todo en los medios masivos de comunicación, en relación con el problema de la delincuencia y la “inseguridad”. Específicamente, tomaremos el caso de la frase pronunciada por Susana Giménez: “el que mata tiene que morir”, por considerarla como una manifestación de tópicos e ideas presentes en el discurso de ciertos grupos sociales y, a la vez, por la especial legitimidad que se atribuye a esa instancia de enunciación a partir de su posición en el campo mediático.
En primera instancia, podemos afirmar que el enunciado mencionado anteriormente se inscribe en lo que Marc Angenot denominó discurso social. Este concepto hace referencia a la “totalidad de la producción ideológico-semiótica propia de una sociedad” (ANGENOT,1998; 21) que circula durante un tiempo determinado; es decir, a todos los signos (considerados desde esta perspectiva como ideológicos, en consonancia con la teoría Bajtiniana), todos los enunciados y, en suma, todas las producciones de sentido que formen parte no solo de lo efectivamente dicho (o, mejor dicho, manifestado), sino –en un sentido más amplio –de lo que una sociedad considera que puede expresarse, es decir, lo decible, más allá del género que pueda integrar, o de las particularidades de las instancias de emisión o recepción. En tal sentido, el autor sostiene que:
En toda sociedad, la masa de discursos, divergentes y antagonistas, engendra, pues, un decible global más allá del cual es sólo posible percibir anacrónicamente (…) ‘lo no dicho todavía’ (Ibíd., 77)

Este discurso social está atravesado por lo que Angenot denomina “dominante interdiscursiva” (Ibíd., 21) la que, de diversas maneras, se pone de manifiesto en la totalidad de los enunciados producidos, y que define sistemas cognitivos, esto es, formas de percibir el mundo y de significar lo conocido. Esta resultante sintética que puede identificarse “más allá de la diversidad de lenguajes y de las prácticas significantes” (Ibíd., 21) que estén presentes en un estado de sociedad, resulta, en última instancia, un producto ideológico de las relaciones de poder que se ponen en juego hacia el interior de la sociedad. Se trata de lo que Gramsci llamó “hegemonía” y Foucault (2004) “régimen de producción y circulación del discurso”, es decir, de los dispositivos que los grupos dominantes construyen no sólo para controlar el peso material del acto enunciativo, sino además –como bien advirtió Gramsci –para configurar un lenguaje que instituya en las mentes de los hablantes “elementos de una concepción del mundo y de una cultura” (GRAMSCI, 2005; 366) que se correspondan con la ideología de la clase dominante.

En este sentido cabe destacar que, sin dudas, en sociedades como la nuestra los medios masivos de comunicación son una de las instancias de enunciación y propalación ideológica más poderosas, económicas, y efectivas. No sólo por el incalculable número de receptores a los que se dirige –en las grandes ciudades lo serán, seguramente, casi la totalidad de la población –sino además por la legitimidad que socialmente se le atribuye a lo que desde allí se expresa.

Este discurso mediático puede ser situado en el campo de lo que Theodor Adorno y Max Horkheimer denominan “industria cultural”. Se trata de una de las principales consecuencias –a nivel de las producciones culturales –de la consolidación del capitalismo industrial a escala mundial, del desarrollo de la técnica –en especial las de reproducción –y de un crecimiento poblacional que se traducía en sociedades cada vez más complejas, constituidas según modelos de ordenamiento generales que se aplicaban de manera más o menos parecida en casi todos los rincones del mundo .

En este marco, la producción cultural abandona su carácter de acontecimiento único e irrepetible para devenir en masiva y popular. La singularidad del hecho artístico, su “aquí y ahora”, su ilusión de “lejanía”, en suma, los elementos que definían lo que Walter Benjamín denominó aura (BENJAMIN, 1987; 24), se perderán en una lógica de mercado que concibe a las producciones culturales como meras mercancías cuya producción masiva y a gran escala –y su correlato en el consumo –no sólo resultaba económicamente beneficiosa sino además –como bien demostraron Adorno y Horkheimer –ideológicamente deseable.

En efecto, si algo caracteriza a la “industria cultural” es la producción masiva y a gran escala de productos culturales que apuntan a un consumo masivo y global. Sin embargo, la lógica capitalista no se pone de manifiesto sólo en la pretensión de “vender” los productos que se elaboran. Antes bien, la mecánica industrial está presente también en la instancia de producción, en tanto se definen “moldes” a partir de los cuales se elabora toda una serie de productos cuyo denominador común es la repetición. Como señalan los autores.

No es cosa extrínseca al sistema el hecho de que sus innovaciones típicas consistan siempre y únicamente en mejoramientos de la reproducción en masa (…) el interés de los innumerables consumidores va por entero hacia la técnica y no hacia los contenidos rígidamente repetidos, íntimamente vacuos, y ya medio abandonados (ADORNO y HORKHEIMER, 1969; 164)

Como toda expresión del discurso social, las producciones semióticas de la industria cultural están imbuidas de una ideología. Y en este caso se trata, como es obvio, de la ideología de la clase dominante. La industria cultural se establece así como un formidable mecanismo que, bajo la apariencia de entretenimiento “inocente”, desideologizado, neutro, e inofensivo, apela a la simpleza de su lenguaje, a su masividad, y a una instancia de recepción que –mayoritariamente –lo consume de manera acrítica, para preconizar y propalar todo un ideario cuyas consecuencias en la praxis coadyuvan al sostenimiento de un orden social que resulta beneficioso para la clase social a la que pertenecen los grandes magnates de la industria cultural.

En última instancia, la ideología presente en las producciones de la industria cultural es –desde esta perspectiva –una ideología conservadora que se impone a los sujetos bajo la apariencia de entretenimiento, de diversión, de respuesta a sus “demandas” (en un sentido comercial), cuando en realidad se trata de un dispositivo que define modelos de subjetividad, valores morales, pautas de conducta y, en suma, se establece a sí mismo como el único reflejo de la realidad, marcando así los límites de lo deseable y lo posible.

El hombre es transformado así en un “ser genérico” (Ibíd., 175). Una entidad carente de singularidad cuyo lugar en el mundo está definido sólo por sus roles en la cadena de producción y de consumo. Una mente moldeada por una ideología que, desde la niñez (recordemos el magistral ejemplo del Pato Donald ), se difunde desde los medios de comunicación (televisión, radio, cine, ¿Internet?), e instala nociones en el sujeto acerca de lo que es, lo que puede llegar a ser, lo que son los otros, y su lugar en un universo que es mostrado como el único posible. El amor, la solidaridad, la sexualidad, la identidad de género, los ideales, la belleza, la moral; todos los valores tienen un correlato mediático cuya efectividad socializante reside, precisamente, en plantearse no como una poderosa agencia de subjetivación, sino como un “reflejo” de la vida del “hombre común”, o como representación de situaciones tan lejanas que hacen perder de vista su fuerte contenido pragmático.

El que mata, tiene que morir
La frase de Susana Giménez mencionada al inicio de este trabajo guarda relación con las conceptualizaciones expuestas no sólo por su contenido, sino además por las particulares condiciones que configuran a las instancias de emisión y recepción. Es, sin duda, un enunciado que integra el entramado discursivo que regula la producción de sentido en nuestra sociedad. Pero además el contexto de enunciación y reproducción, es decir, los medios masivos de comunicación, forman parte de lo que –siguiendo a Adorno y Horkheimer –llamamos industria cultural, y en consonancia con ello, produce efectos sociales análogos a los que son propios del resto de los productos de la cultura de masas.

En efecto, si el discurso de Susana Giménez puede ser pronunciado, si existe la posibilidad de realizar las operaciones cognitivas que configuran su contenido, si puede ser expresado públicamente y, más aún, reproducido masivamente, no sólo se debe a que está atravesado por la dominante interdiscursiva social y pone de manifiesto tópicos presentes en las representaciones colectivas, sino a que, además, tal enunciado se encuentra aceptado, legitimado, y validado socialmente para ello.

En primera instancia, su construcción abreva en un lenguaje que da cuenta, como señalamos siguiendo a Gramsci, de formas propias de aprehender y significar al mundo. El signo, como afirmó Bajtín, está cargado de ideología, es decir, de un contenido que trasciende al mero valor opositivo dentro del sistema de la lengua que le atribuyó Saussure; el sentido se define, desde esta perspectiva, con el uso, esto es, en relación con los condicionantes que atraviesan al acto locutivo. En tal sentido, los textos que analizamos se construyen en torno al fetiche discursivo de la “inseguridad”, término cuyo peso enunciativo y repetición permanente han terminado por producir un desplazamiento semántico en un significado que, originariamente vinculado al discurso psicológico, ha terminado por asociarse casi inevitablemente a “delincuencia” o “violencia social”.

El nivel de repercusión y pregnancia social que lo dicho por Susana Gimenez alcanzó a inicios de este año está vinculado al sustrato ideológico que allí se hace manifiesto. Se trata, como es de suponerse, de una ideología burguesa, esto es, de la ideología de la clase dominante que dispone de los medios materiales y simbólicos para la construcción de hegemonía, es decir, de consenso, de aceptación, en torno a los principios que se proponen, por parte de todos los sectores sociales, aún de los que pueden ser considerados “antagónicos”. En este reclamo en contra de la delincuencia que, además, propone medidas de corte netamente represivo para quienes violentan el orden jurídico, se hace presente la importancia de la defensa de la propiedad privada, la exaltación del valor de la vida –aunque no de todas –y la añoranza de una disciplina social basada un el monopolio estatal (burgués) de la violencia que asegure la cohesión de la comunidad, el respeto a lo instituido, y la ausencia de conflictos.

Se trata, en última instancia, de la expresión de concepciones organicistas respecto de la sociedad, en tanto que se la interpreta como un “cuerpo”, un todo con existencia superior y trascendente a la suma de sus partes, cuyo éxito o fracaso, evolución o retroceso, bienestar o caos, pueden plantearse como estados absolutos sin tener en cuenta el complejo entramado de posiciones, interese¬s, y conflictos que en su interior se encuentra.

En este sentido, si las masas pueden incorporar y reproducir una concepción del mundo con tal nivel de conservadurismo, si en muchos casos lo consideran como parte del “sentido común” –esto es, de lo dado, lo no discutible, lo universalmente válido y aceptado –o si, incluso, llegan a interpretar estas palabras como la expresión directa de su propio pensamiento eso porque existen agencias de socialización que se encargan de instituir estos principios en las mentes de los sujetos. En este marco los medios, como parte de la industria cultural operan como una poderosa herramienta de propalación ideológica.

El discurso de la estrella televisiva irrumpe, de esta manera, con una fuerza vinculada al contexto de relevancia configurado por el marco social, pero también –e indudablemente –al modo en que éste es presentado y reproducido por las instancias de enunciación mediáticas. En efecto, lo manifestado por la conductora de televisión no sólo fue cubierto en vivo y en directo por los canales de noticias. Fue reproducido, además, cientos de veces en informativos, programas de revista, ciclos dedicados a la farándula, segmentos radiales, diarios, revistas, blogs, sitios web de video, y cuantos soportes pudieran prestarse a transmitir las ideas de Giménez. De este modo, el enunciado perdió el sentido aportado por la singularidad del contexto de enunciación (¿aura?), para adquirir un valor en sí mismo, como frase aislada, repetida, y reutilizada en situaciones diferentes. En suma, se trata de una producción textual que ha perdido el “aquí y ahora” que Benjamín atribuyó a la obra de arte original, para transformarse en una presencia cotidiana y permanente, aún en contextos lejanos a su producción, aunque este fenómeno no implique, de ninguna manera, consecuencias adversas para la ideología que subyace en el enunciado.

En este sentido, y pese a no desconocer la existencia de voces críticas, lo cierto es que en la mayoría de los casos el fenómeno fue abordado como si se tratara de una legítima expresión del sentir popular, como si las palabras pronunciadas fueran el exacto reflejo de las ideas de la totalidad de la población . De allí que no se le asignara un espacio homólogo al de la opinión de cualquier persona sobre un fenómeno puntual (en este caso, el fallecimiento de un florista), sino que, por el contrario, se trate de un tema ampliamente desarrollado. De allí, también, la aparición de una cadena de voces que manifestaron por televisión su acuerdo con lo sostenido por la diva televisiva: llamados a las radios, publicaciones en blogs y foros, declaraciones en entrevistas a “personas al azar” realizadas por algunos medios de prensa.

Pareciera confirmarse, así, la capacidad de la industria cultural para instalar con fuerza ideas y tópicos que atraviesen –aunque sea temporalmente –la discursividad social, y para introducir en el ideario de las masas la premisa de que lo que muestran los medios es “la realidad”, y de que la opinión de los referentes mediáticos es una desinteresada doxa que refleja los intereses de la ciudadanía y pretende “el bien” para “la sociedad”. Aparece, entonces, como aporte de la teoría que permite interpelar a estos fenómenos, el planteo de Burgelín acerca de los mecanismos psíquicos de identificación y proyección que el sujeto construye en torno a los productos de la industria cultural.

Se trata de una operatoria que incita al espectador, precisamente, a creer que las figuras que aparecen en los medios encarnan –por relación de semejanza –los principales valores que sostienen su vida y, a la vez –por relación de diferencia –que se trata de “modelos”, de ejemplos de vida que deben ser imitados para correr con la misma fortuna que ellos. Tal como señala el autor,
los mass media de la zona de identificación mantienen un incesante discurso destinado a persuadir al destinatario de que, por una parte, los modelos no son tan inaccesibles como podría parecer a primera vista y, por otra, de que él es digno de adoptarlos (BURGELIN, 1974; 108)

Esto pareciera explicar que personas cuyo origen social es tan distinto a la clase que alberga a Susana Giménez, sostengan que esta mujer y su discurso atravesado por la ideología más recalcitrante de la derecha neoliberal son la cabal expresión de sus intereses y de un modelo de sociedad justo. Susana Giménez es, a la vez, lo suficientemente “cercana” como para erigirse en modelo posible de identificación, y lo suficientemente “distante” como para que su discurso sea portador de un halo especial de relevancia que le otorgue legitimidad y lo transforme en digno de ser oído.

Hemos podido establecer, hasta aquí, líneas conceptuales de análisis que permiten comprender y explicar fenómenos discursivos como el abordado en este trabajo. En tal sentido, se pudo reconocer la pertenencia de una producción enunciativa particular a una dominante interdiscursiva general que atraviesa la totalidad de la producción semiótica y, además, vincular esta hegemonía ideológica con los efectos sociales de los productos de la industria cultural. Por otra parte, pudimos dar cuenta del sustrato ideológico que se hace presente en los tópicos discursivos que en este caso se manifiestan, y del modo en que esta visión del mundo avala una forma de ordenamiento social que es funcional, precisamente, a la clase dominante y propietaria de las factorías culturales.

Esto cobra una especial relevancia en el actual contexto. Este artículo, se escribe al calor de un clima de efervescencia social definido a partir de la reinstauración en el centro de la escena mediática de los mismos tópicos discursivos encarnados en enunciadores que, en muchos casos, son también los mismos que en marzo de este año. La posibilidad de interpelar a estos discursos y de indagar acerca de la ideología que los sostiene es, entonces, clave para comprender un escenario político/mediático donde se ponen en juego diferentes posiciones que sostienen intereses distintos, pero que se presentan a sí mismas –en cada caso –como la fiel expresión de la “realidad”, y como la sensata expresión de proyectos ensalzados como los únicos posibles.


Citas
* Por Yair Buonfiglio. Licenciatura en Letras Modernas. Facultad de Filosofía y Humanidades - UNC
El modelo de Estado-Nación –y sus implicancias políticas, sociales y económicas –se generaliza hacia fines del siglo XIX. Se establecen, a partir de él, toda una serie de dispositivos cuyo funcionamiento es más o menos similar en todo el mundo pese a las profundas diferencias que pudieran reconocerse entre otros aspectos de la cultura de cada lugar; podemos mencionar, por caso, al hospital, la escuela, la policía, el ejército, o la cárcel. Todos estos dispositivos terminarán por configurar lo que Foucault denominó “sociedades disciplinarias”, es decir, sociedades en las que cada individuo estaba –a modo del anhelo positivista –vigilado, controlado, y asignado al cumplimiento de un rol específico en las diferentes instituciones por las que pasaba a lo largo de su vida, lo cual, se suponía, permitiría un ejercicio más efectivo y económico del poder, a la vez que volvería más “útiles” a los sujetos. [Cfr: FOUCAULT, M. (2005): Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión. México: Siglo XXI, y FOUCAULT, M. (2007): Defender la sociedad. México: FCE]
Vid ADORNO y HORKHEIMER (1969), p.
Es interesante ver aquí de qué modo el discurso en cuestión construye modelos de receptor y, a la vez, separa a la sociedad en una división binaria: nosotros, es decir, los ciudadanos “comunes”, “la gente”, “el pueblo”, contra ellos, los delincuentes, quienes parecieran, desde esta perspectiva, ser una suerte de intrusos que vienen a alterar la paz y el orden que “la sociedad” pretende para sí. Este tema sería un interesante objeto de análisis en un trabajo específico


Bibliografía
ADORNO, Th. y HORKHEIMER, M. (1969): “La industria cultural. Iluminismo como mistificación de masas”. En Dialéctica del Iluminismo. Buenos Aires: SUR
ANGENOT, M. (1998): “La crítica del Discurso Social: a propósito de una orientación en investigación” y “La historia en un corte sincrónico: literatura y discurso social. En Interdiscursividades. De hegemonías y disidencias. Universidad Nacional de Córdoba
BENJAMIN, W. (1987): “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”. En Discursos interrumpidos I. Madrid: Taurus
GRÜNER, E (2009): “La muerte: una pena”. En Página/12, edición del 12/03/09. Buenos Aires
BURGELIN, O. (1974): “La identificación y la proyección”. En La comunicación de masas. Barcelona: Planeta
FOUCAULT, M. (2004): El orden del discurso. Buenos Aires: Tusquets
GRAMSCI, A (2005): “El concepto de ideología”. En Antología. México: Siglo XXI
NOAILLES, G. (2009): “Víctimas y VICTIMAS”. En Página/12, edición del 19/03/09. Buenos Aires

Otras fuentes de referencia:

CECCHI, H. (2009): “El talión farandulero. Medios y famosos alrededor de la pena de muerte”. En Página/12, edición del 15/03/09. Buenos Aires
GORODISCHER, J. (2009): “La avanzada conservadora de las revistas populares. Tradición, familia y propiedad entre noticias del corazón”. En Página/12, edición del 22/03/09. Buenos Aires
RUSSO, S. (2009): “¿El que mata tiene que morir?”. En Página/12, edición del 28/02/09. Buenos Aires
“Todo el país piensa como yo”. En Página/12, edición del 01/03/09. Buenos Aires
Video “La inseguridad en los medios”. Emitido el 18/04/09 en Televisión Registrada, Canal 13, Buenos Aires. Disponible on-line al 12/11/09 en: http://www.vxv.com/canal/Television_Registrada/c3g5rNyyLUk9/la-inseguridad-y-los-medios.html

Anexo
Declaraciones de Susana Giménez en una conferencia de prensa transmitida en vivo por varios canales de televisión, el 27 de febrero de 2009. Tomamos las imágenes emitidas por el canal C5N, disponibles on-line al 12/11/09 en: http://www.youtube.com/watch?v=6CF3ptOTEdI
Desgrabación realizada en ocasión de este trabajo

Mueren personas todos los días, cuatro o cinco personas. Policías, gente de bien, gente trabajadora y honrada como Gustavo, que no vengan a decir ahora que es un crimen pasional y todas esas estupideces, porque acá siempre se juzga a la víctima (…) Murió porque era un chico que no conocía la maldad. Puso un aviso en el diario para sacarse de encima el auto ese (…) y fue letal. Porque poner un aviso hoy en día, y hay que decirle esto a la gente, que no pongan avisos, porque eso es letal. Leen los diarios, y dicen ‘bueno, hoy liquidaos a este’. Y que son menores… bueno, basta con los menores. Basta. Acá tienen que venir leyes más fuertes, y el que mata, tiene que morir. A mi no me importa lo que estoy diciendo. Si me hace ver mal, o si me hace ver bien por mi imagen. Un tipo que mata, tiene que morir. Y hasta que no pongan eso, y los delincuentes le tengan miedo a la Cana –que no se lo tienen –no le tienen miedo ni respeto, porque los menores salen mañana. Y no hay cárceles, no hay nada. Estamos en un estado de indefensión espantoso. Creo que ya no podemos más. Creo que ya no se puede más.
Me imagino cómo estará la familia. Gustavo mantenía a su familia, era un chico que vivía para su madre, ella le tejía sweaters… sus hermanas, sus sobrinas, eran la pasión de su vida, y todos los animales que podía encontrar por la tierra, él los tenía y los cuidaba. Era una persona fabulosa, si no, yo no saldría a decir esto. Y creo que el Pueblo… no podemos seguir siendo tan mansos. No podemos decir ‘otro más’, ‘qué horror’, ‘qué barbaridad’, y ¡no hacer nada!. Porque yo creo que si no lo hace el Gobierno, ¡lo tenemos que hacer nosotros!
- ¿Estás pidiendo, concretamente, medidas más duras para los delincuentes?
- ¡¡¡Sí!!! ¡sí! ¡Claro que sí! Pero por supuesto que sí!
- ¿llegar a matar también?
- Pero ¡termínenla con los derechos humanos y las estupideces! ¿Por qué a los derechos humanos no los tienen las víctimas? ¿Por qué los tienen que tener los ladrones porque sean menores? ¡Basta con la droga! ¡Basta con la droga! Yo este año tuve a una señora muy importante en mi programa que salvó a su chico de la droga, no sé si ustedes se acuerdan. Ella sabía, y me contó ¡cada lugar donde venden el paco! Lo saben los jueces, lo sabe la policía… lo saben! Y eso es el detonante de esta reacción juvenil que están teniendo de… bueno, la criminalidad! Y lo hacen para conseguir el paco que cuesta un peso o dos… Porque… esta brutalidad con que te matan… porque antes te robaban pero no te mataban de esta manera…! (…)
El caso es que tenemos que cortarla. No sé cómo hay que hacer. Pero en otros países han podido hacerlo. Yo lo he vivido. Y estoy cansada de decirlo: lo he vivido en Estados Unidos, en Nueva York, donde no se podía salir de noche, y eso, ¡se terminó! Entonces, qué, ¿tienen miedo de ser impopulares porque mandan gente a… a… ¡El tipo que delinque tiene que pagarlo! ¡¡Y el que mata tiene que morir!! Porque una cosa es robar, y vos podés robar sin matar… (…)
Un crimen repugnante, como fue el del policía de ayer, y de antes de ayer, y de todos los días. Como el ingeniero de San Isidro, Barrenechea de Martínez… que fue impresionante, ¡ya les había dado todo! ¿A qué queremos llegar? Por que esto es una cosa que, yo no sé, no entiendo, no sé, qué es el toque de queda, no sé si se puede poner, cómo es… No sé, quisiera saber cosas más importantes para poder… no sé, ideas, no puede ser que yo, con toda la gente que hay en el Gobierno, de ideas Yo, sería estúpido…! (…)
No hay palabras para decirle a una madre que le matan a un hijo… ¡¡¡y menos de esta forma!!! Porque bueno, si a vos te matan un hijo en un accidente, igual te morís, te pasa lo que sea, pero fue un accidente. Pero ¡un crimen por un auto que iba a vender! No, no hay palabras para decirle a una madre, yo no tengo palabras… ahora la voy a llamar a la Señora, y la verdad, ¿qué querés que le diga…? (…)
Lo que tenemos que hacer todos, es unirnos. Porque yo noto que los argentinos no estamos unidos. Ni en esto, ni en nada. Todos protestamos unilateralmente. ‘Qué horror esto’, ‘Qué horror esto’, ‘Qué horror esto’, pero ¡no pasa nada! (…)
- Entonces, ¿drásticas medidas para los delincuentes, es tu máximo reclamo a esta hora?
- Es que sí! Es que otra cosa no hay! Díganme ustedes que están en contacto con la delincuencia totalmente, qué harían, qué hay que hacer. Ustedes están todo el día con esto. ¿qué se hace? Está en manos, por supuesto, de la gente del Gobierno. Pero tenemos que unirnos. Tenemos que pedírselo. Los gobernantes están para servicio Nuestro. Nosotros les pagamos los sueldos. Bueno, y nada más. No quiero seguir porque es peor.

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vol. 18 (2) | 2014

Hemeroteca Digital Brasileña

Hemeroteca Digital Brasileña

Río de Janeiro. La Fundação Biblioteca Nacional pone a disposición de sus usuarios la Hemeroteca Digital Brasileña, un portal de periódicos nacionales (diarios, revistas y publicaciones seriadas) para ser consultado por internet. En ella, investigadores de cualquier parte del mundo pueden tener acceso libre y gratuito a títulos que incluyen desde los primeros diarios creados en el país –como el Correio Braziliense y la Gazeta do Rio de Janeiro, ambos fundados en 1808- a diarios desaparecidos en el siglo XX, como el Diário Carioca y el Correio da Manhã, o que ya no circulan en forma impresa, como el Jornal do Brasil.

Entre las publicaciones más antiguas y raras del siglo XIX se encuentran, por ejemplo, O Espelho, Reverbero Constitucional Fluminense, O Jornal das Senhoras, O Homem de Cor, Semana Illustrada, A Vida Fluminense, O Mosquito, A República, Gazeta de Notícias, Revista Illustrada, O Besouro, O Abolicionista, Correio de S. Paulo,Correio do Povo, O Paiz, Diário de Notícias así como también los primeros diarios de las provincias del Imperio.

En cuanto al siglo XX, se pueden consultar revistas tan importantes como Careta, O Malho, O Gato, así como diarios que marcaron la historia de la imprenta en Brasil, tales como A Noite, Correio Paulistano, A Manha, A Manhã y Última Hora.

Las revistas de instituciones científicas componen un segmento especial del acervo disponible. Algunas de ellas son: Annaes da Escola de Minas de Ouro Preto, O Progresso Médico, la Revista Médica Brasileira, los Annaes de Medicina Brasiliense, el Boletim da Sociedade de Geografia do Rio de Janeiro, la Revista do Instituto Polytechnico Brasileiro, la Rodriguesia: revista do Jardim Botânico do Rio de Janeiro, el Jornal do Agricultor, entre tantos otros.

La consulta, posible a partir de cualquier dispositivo conectado a internet, puede realizarse por título, período, edición, lugar de publicación y hasta por palabra/s. También se pueden imprimir las páginas deseadas.

Además del apoyo del Ministerio de Cultura, la Hemeroteca Digital Brasilera es reconocida por el Ministerio de Ciencia y Tecnología y cuenta con el apoyo financiero de la Financiadora de Estudos e Projetos (FINEP), que hizo posible la compra de los equipos necesarios y la contratación del personal para su creación y mantenimiento. Hasta el momento ya son más de 5.000.000 de páginas digitalizadas de periódicos raros o extinguidos a disposición de los investigadores, número que se irá acrecentando con la continuidad de la reproducción digital.
[Fuente: FBN]

Biblioteca Digital Trapalanda


TRAPALANDA

Trapalanda era el nombre de una tierra mítica y ensoñada. La buscaron para conquistarla y les fue esquiva. Se convirtió en imagen en el ensayo y nombre de alguna revista.
Para la Biblioteca Nacional es el nombre de una utopía: la puesta en acceso digital de todos sus fondos. Aquí se encontrará el lector con distintas colecciones, en las cuales los libros y documentos que la institución atesora se encuentran en forma digital.

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Bibliotecas de Montevideo en línea

La Intendencia de Montevideo lanzó el catálogo en línea de sus bibliotecas

Montevideo. La Intendencia de esta ciudad tiene una red de 19 bibliotecas públicas, quince de ellas en funcionamiento y las otras cuatro en procesos de reapertura y reacondicionamiento. Los servicios que ofrecen son gratuitos y la colección total comprende alrededor de 65.000 ejemplares de 8.000 títulos.

Por esto, la Intendencia creó este catálogo en línea que habilita búsquedas personalizadas por tema, título de publicación, autor o biblioteca. Según dijo un vocero: “El sistema detalla la información del material bibliográfico, la cantidad de copias existentes y la disponibilidad según cada biblioteca”.

El material disponible en las bibliotecas puede leerse en las salas o llevarse al hogar en préstamo. Además de libros, las bibliotecas cuentan con un importante acervo de “revistas, juegos y soportes audiovisuales, como vídeos, DVD y CD-ROM”, señalan desde la Intendencia.

Las bibliotecas, a su vez, ofrecen un espacio particularmente pensado para los niños, con sitios específicos dedicados a promover la lectura entre los más pequeños, además de actividades recreativas y lúdicas. Funcionan asimismo como centro de actividades educativas y de formación, recreativas y sociales de la comunidad donde se encuentran.
[Fuente: La red 21]

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REDALYC was developed in 2002 through a research programme of the Autonomous State University Of Mexico (UAEM). The main objectives where to increase the visibility of and access to Ibero-American journals, to develop regional bibliographical indicators for research evaluation and to periodically provide analyses of regional socioscientific networks.
"At the same time, the individual achievements of Mexican scientists are increasingly visible. The recent creation of Redalyc, an open acces journal repository for Latin Amer ica has improved the impact that local research has at a global level and according to UNESCO is an important contribution to improving access to scientific knowledge."
"The World Summit Award Board of Directors hereby declares and certifies that Scientific Journal Network: REDALYC from México produced by Universidad Autónoma del Estado de México has been awarded a Special Mention for Latin America & the Caribbean by the WSA Grand Jury 2009 in the Category e-Science & Technology."
The world summit Award National Committee of Mexico hereby declares and certifies that REDALYC has been selected as Mexico's Best e-Content Application in the Category e-Sciences and Technology.
UNESCO
NATURE
WSA
WSA 2008-2009